113. CARTAS DE LOS LECTORES
martes, 18 de noviembre de 2008
Con algo de retraso publicamos esta carta enviada por RAFAEL SALA CORBÍ. Lamentamos la tardanza en su publicación.-
Las circunstancias han hecho que los cuatro primeros números del felizmente reactivado Boletín Lloixa, los haya leído de un tirón y, obligado es decirlo, enganchado por la variedad e interés de los aspectos culturales sanjuaneros sobre los que pone el enfoque.
Su lectura me ha sugerido algunas reflexiones que, con permiso del editor, me atrevo a comentar en voz alta. Para algo anima generosamente a que no nos “cortemos” en nuestros impulsos literarios. Empiezo por los artículos de Manolo Ivorra Marín sobre los apellidos. Para quienes nos apasiona este asunto, estos escritos, resultan altamente instructivos. Sin embargo, los curiosos lectores pueden ampliar conocimientos en el “Diccionario de Apellidos Españoles” de Faure, Ribes y García, que trae el origen de 8000 de ellos. Por otro lado, como nos dice Ivorra, fue en la E. M. Donde se vio la extensión del apellidamiento. La necesidad de identificar a los individuos a la hora de los repartos del patrimonio familiar o de distinguir el solar de los linajes, recuperó una costumbre ya usada por el patriciado romano, de utilizar junto al nombre de bautismo, un apellido o nombre de familia, que podrá ser “sobrenombre” patronímico y/o renombre de linaje o solar. Este proceso se puede seguir en el librito “La nobleza española en la Edad Media” de M. C. Gerbet, de la misma forma que quienes hayan encontrado interés en la vertiente heráldica (boletín 103) disfrutarán con las peculiares explicaciones de Onofre Esquerdo en su clásico “Nobiliario Valenciano”.
Particularmente, en este tema de los apellidos, me atrae una consecuencia de la repoblación castellano/aragonesa y es el hecho de que pueda decirse que cada pueblo alicantino posea un puñado de apellidos como propios y característicamente instintivos. Por eso, espero impaciente la continuación sanjuanera del trabajo comentado.
Otro recuento que llevo, es el de los apellidos extranjeros en Alicante. Unos vinieron con el negocio del fino (franceses); otros con las máquinas (ingleses); o con el negocio de la almendra (Prytz),....
Los dos artículos sobre el nacimiento de nuestro pueblo que desarrolla con su rigor Fco. J. Ramón Martínez (boletines 101 y 102) son, naturalmente, un top de interés, pro lo que creo que deben ser puerta abierta a nuevas incursiones. Campo hay de sobra. Desde descartar, o no la cuna romana por posible pero improbable –el municipio de Lucentum, según el trabajo de Olcina Doménech y Pérez Jiménez publicado en 2001, tenía un territorio peri urbano muy cercano –hasta aceptar, o no, el modelo que apunta el propio articulista de la fusión de cuatro alquerías musulmanas, pasando por la tesis del origen netamente árabe de Isidro Buades opuesta a la cristiana de Sala Ivorra y Pérez Aracil (control de las acequias Major y Gualeró, aguas abajo).
Esta última propuesta me seduce bastante. En efecto, puedo existir un enclave cristiano en Lloixa, bien situado defensivamente en una altura dominante sobre cualquier alquería musulmana del entorno, entre los promontorios que luego albergarían las fincas Sanxo y Bonanza, en una de las cuales, puede incluso esconderse el cementerio del pequeño poblado. Más tarde, sus habitantes habría podido ser trasladados al llano, entre Mutxamel y Benimagrell, en un punto desde el que se controlara el riego hacia l’horta de Baix. Nace así un Sant Joan cristiano que acabaría prevaleciendo sobre los poblados musulmanes competidores. Quizá, de este posible itinerario en el tiempo, entre uno y otro lugar, haya quedado para la posteridad el recuerdo físico del camí Sant Joan-Lloixa-Alacant
Bien, pero ¿Quiénes serían los de Lloixa? ¿Desde cuándo estaban ahí? ¿Eran cristianos que aguantaron la oleada islamizadora del 711, o quizá una de las aldeas que cita el fuero castellano de Alicante de 1252? ¿Siguieron siendo libres o fueron víctimas del repartimiento a favor de la nobleza conquistadora, primero castellana y luego aragonesa? Preguntas y más preguntas. Un surtidor de ellas, cuyas respuestas sólo pueden encontrarse en la perseverante tarea de excavar en los archivos y en el terreno. Justamente lo que ya en 1978 apuntaba el bueno de D. Federico Sala.
Y como final, “Morote”. También es F. J. Ramón, quien nos hace una glosa sobre esta heroica resistente, la Casa del de Morote. No puedo por menos que adherirme a la idea de hacer Museos de la Huerta vivientes, aunque en este caso, lo de “museos” suene contradictorio y prefiera “casas huertanas”. Y no una – El de Morote en esta glosa- sino todas las que podamos rescatar. Dicen que en la casa “La Premsa” hay también una almazara. Pues si unimos todas ellas en una red gestionada institucionalmente como “Herencia Sanjuanera”, serían un indudable atractivo cultural y turístico. Bien está que proclamemos la conservación de nuestra secular Huerta, y la de sus caminos, pero como un todo: - Huerta – caminos – Casas. Este fue el tejido sobre el que vivieron nuestros antepasados y la herencia que nos toca preservar.
Ahora, permítanme una coda a los anteriores comentarios: quizá no muy correcta políticamente pero, les aseguro, bienintencionada. El nuevo boletín viene con artículos en valenciano, lo cual es comprensible en un pueblo valenciano. Ahora bien, ocurre que en Sant Joan, hay un aluvión de nuevos habitantes castellano-parlantes a quienes les gustaría participar del contenido completo de cada Boletín mediante la oportuna traducción. Gracias.
RAFAEL SALA CORBÍ.
Las circunstancias han hecho que los cuatro primeros números del felizmente reactivado Boletín Lloixa, los haya leído de un tirón y, obligado es decirlo, enganchado por la variedad e interés de los aspectos culturales sanjuaneros sobre los que pone el enfoque.
Su lectura me ha sugerido algunas reflexiones que, con permiso del editor, me atrevo a comentar en voz alta. Para algo anima generosamente a que no nos “cortemos” en nuestros impulsos literarios. Empiezo por los artículos de Manolo Ivorra Marín sobre los apellidos. Para quienes nos apasiona este asunto, estos escritos, resultan altamente instructivos. Sin embargo, los curiosos lectores pueden ampliar conocimientos en el “Diccionario de Apellidos Españoles” de Faure, Ribes y García, que trae el origen de 8000 de ellos. Por otro lado, como nos dice Ivorra, fue en la E. M. Donde se vio la extensión del apellidamiento. La necesidad de identificar a los individuos a la hora de los repartos del patrimonio familiar o de distinguir el solar de los linajes, recuperó una costumbre ya usada por el patriciado romano, de utilizar junto al nombre de bautismo, un apellido o nombre de familia, que podrá ser “sobrenombre” patronímico y/o renombre de linaje o solar. Este proceso se puede seguir en el librito “La nobleza española en la Edad Media” de M. C. Gerbet, de la misma forma que quienes hayan encontrado interés en la vertiente heráldica (boletín 103) disfrutarán con las peculiares explicaciones de Onofre Esquerdo en su clásico “Nobiliario Valenciano”.
Particularmente, en este tema de los apellidos, me atrae una consecuencia de la repoblación castellano/aragonesa y es el hecho de que pueda decirse que cada pueblo alicantino posea un puñado de apellidos como propios y característicamente instintivos. Por eso, espero impaciente la continuación sanjuanera del trabajo comentado.
Otro recuento que llevo, es el de los apellidos extranjeros en Alicante. Unos vinieron con el negocio del fino (franceses); otros con las máquinas (ingleses); o con el negocio de la almendra (Prytz),....
Los dos artículos sobre el nacimiento de nuestro pueblo que desarrolla con su rigor Fco. J. Ramón Martínez (boletines 101 y 102) son, naturalmente, un top de interés, pro lo que creo que deben ser puerta abierta a nuevas incursiones. Campo hay de sobra. Desde descartar, o no la cuna romana por posible pero improbable –el municipio de Lucentum, según el trabajo de Olcina Doménech y Pérez Jiménez publicado en 2001, tenía un territorio peri urbano muy cercano –hasta aceptar, o no, el modelo que apunta el propio articulista de la fusión de cuatro alquerías musulmanas, pasando por la tesis del origen netamente árabe de Isidro Buades opuesta a la cristiana de Sala Ivorra y Pérez Aracil (control de las acequias Major y Gualeró, aguas abajo).
Esta última propuesta me seduce bastante. En efecto, puedo existir un enclave cristiano en Lloixa, bien situado defensivamente en una altura dominante sobre cualquier alquería musulmana del entorno, entre los promontorios que luego albergarían las fincas Sanxo y Bonanza, en una de las cuales, puede incluso esconderse el cementerio del pequeño poblado. Más tarde, sus habitantes habría podido ser trasladados al llano, entre Mutxamel y Benimagrell, en un punto desde el que se controlara el riego hacia l’horta de Baix. Nace así un Sant Joan cristiano que acabaría prevaleciendo sobre los poblados musulmanes competidores. Quizá, de este posible itinerario en el tiempo, entre uno y otro lugar, haya quedado para la posteridad el recuerdo físico del camí Sant Joan-Lloixa-Alacant
Bien, pero ¿Quiénes serían los de Lloixa? ¿Desde cuándo estaban ahí? ¿Eran cristianos que aguantaron la oleada islamizadora del 711, o quizá una de las aldeas que cita el fuero castellano de Alicante de 1252? ¿Siguieron siendo libres o fueron víctimas del repartimiento a favor de la nobleza conquistadora, primero castellana y luego aragonesa? Preguntas y más preguntas. Un surtidor de ellas, cuyas respuestas sólo pueden encontrarse en la perseverante tarea de excavar en los archivos y en el terreno. Justamente lo que ya en 1978 apuntaba el bueno de D. Federico Sala.
Y como final, “Morote”. También es F. J. Ramón, quien nos hace una glosa sobre esta heroica resistente, la Casa del de Morote. No puedo por menos que adherirme a la idea de hacer Museos de la Huerta vivientes, aunque en este caso, lo de “museos” suene contradictorio y prefiera “casas huertanas”. Y no una – El de Morote en esta glosa- sino todas las que podamos rescatar. Dicen que en la casa “La Premsa” hay también una almazara. Pues si unimos todas ellas en una red gestionada institucionalmente como “Herencia Sanjuanera”, serían un indudable atractivo cultural y turístico. Bien está que proclamemos la conservación de nuestra secular Huerta, y la de sus caminos, pero como un todo: - Huerta – caminos – Casas. Este fue el tejido sobre el que vivieron nuestros antepasados y la herencia que nos toca preservar.
Ahora, permítanme una coda a los anteriores comentarios: quizá no muy correcta políticamente pero, les aseguro, bienintencionada. El nuevo boletín viene con artículos en valenciano, lo cual es comprensible en un pueblo valenciano. Ahora bien, ocurre que en Sant Joan, hay un aluvión de nuevos habitantes castellano-parlantes a quienes les gustaría participar del contenido completo de cada Boletín mediante la oportuna traducción. Gracias.
RAFAEL SALA CORBÍ.
Publicado porAlfredo en 21:35
Etiquetas: CARTA LECTORES, nº 113
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