CRÓNICA DEL PASEO POR LA HUERTA 2008

El pasado domingo día 26 de octubre, nuestra asociación convocó una nueva edición del ya tradicional paseo por la huerta. Lo cierto, es que alguno de nuestros caminantes, nos preguntaban días atrás ¿pero todavía queda huerta? Pero este, es un problema del que adolecen una gran mayoría de las ciudades de nuestro entorno, por lo que hemos de conformarnos con lo poco que queda, pero al mismo tiempo, aprender a apreciar, el patrimonio que nos legaron nuestros antepasados, forjado muchas veces, a fuego.

Antes de continuar, lo cierto, es que deberíamos ser sinceros, y reconocer, que aunque sea por cuestiones ajenas a nosotros, la fecha elegida, no fue muy buena, por que se juntaron factores tales, como la lluvia (el día anterior, había prealerta por posible riesgo de lluvias torrenciales de entre 100 y 140 l/m2); una concentración de motos; otra excursión (muy interesante por cierto y que a algunos de nosotros nos hubiera también gustado ir) a la finca el de Morote para hacer aceite; y finalmente, el cambio de horario. No obstante todo esto, fuimos casi los mismos que solemos ser según se desprende de otros paseos y así, empezamos a caminar, aunque no tardaríamos en hacer la primera parada para comenzar a explicar los diferentes momentos de nuestro itinerario. Así, pudimos comentar como se escenificaba y por qué la oración en el Huerto de Jetsemaní, con el consiguiente prendimiento; comentamos, aunque no tenía nada que ver algunos aspectos de la torre de Bonanza para seguir camino hacia otra torre, esta vez la de Salafranca, donde sus amables propietarios, nos abrieron las puertas no solo de la finca, sino también de la ermita. En ambos casos pudimos seguir comentando otros aspectos tanto de la torre, como de dicha ermita, que a la sazón, antaño comenzaba el Via Crucis. Desde este punto, comenzamos la ascensión por las laderas del pequeño montículo del Calvario. En realidad, resulta curioso que una gran parte de los pueblos de España que tienen una elevación similar extramuros, suele llamársele de idéntica forma y por tanto, alberga igualmente o ha albergado en algún momento de su existencia, un Via Crucis. Por el camino, hasta llegar a la cumbre, pudimos mostrar a todas las personas que nos acompañaban,los restos de los antiguos casetones, y cuando llegamos al final de nuestra ascensión, por gentileza del Ayuntamiento, pudimos abrir las puertas de la ermita del calvario y pudimos apreciar la restauración de que ha sido objeto recientemente y que realmente es una lástima que no se haya restaurado el Via Crucis en su totalidad, pues junto a la rehabilitación de toda el área éste, podría haber sido un objeto de atracción turística de nuestra villa, que se instalara dentro de lo que el propio Ayuntamiento pretende con la ruta de las ermitas.

Acabada la visita a nuestro Calvario, comenzamos primero la bajada por la parte trasera de Salafranca y continuamos por San Martí hacia nuestra segunda ascensión y meta, que era el Calvario de Mutxamel. De camino, pudimos apreciar la finca “La Costera”, en todo su maravilloso esplendor y desde aquí, comenzamos la ascensión a nuestro segunda elevación, donde pudimos ver por el camino el Via Crucis Mutxamelero y sus diferencias y similitudes con el de Sant Joan, para al llegar a la cumbre, comparar la ermita con su homónima santjoanera. Fue un paseo, esta vez, bastante largo, pero que desde luego, creemos que valió la pena ya que se pudieron ver, admirar y entender los porques de muchas cosas sobre nuestro patrimonio. Esperamos que a ustedes, igualmente les haya gustado






Alineación al centro

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113. NUEVOS DESCUBRIMIENTOS SOBRE TORRES

A menudo recuerdo como, cuando estábamos estudiando la carrera de Historia, había muchos compañeros, que ponían a caer de un burro a aquellos profesores que, normalmente, se dedicaban a investigar a través de las fuentes, pero que no solían excavar. Estos, aducían que la excavación o los restos arqueológicos, eran lo realmente determinante a la hora de la investigación científica. Sin embargo, tal vez, habría que decir en descargo de aquellos profesores que no siempre está todo en la piedra. Mediante el estudio de los restos de ocupación humana, podemos saber muchas cosas a cerca de cómo y donde vivían, pero por otro lado hay veces que por las circunstancias que sean, no se pueden encontrar ningún tipo de resto, e incluso, puede ser que al igual que nos ha ocurrido recientemente a nuestro grupo, no se encuentre, por la sencilla razón que tampoco se busca ya que se desconoce que hubiera existido.

De esta forma, recuerdo que nos hallábamos este verano rebuscando entre varios documentos referente a nuestra villa de Sant Joan d’Alacant, cuando al estar leyendo un legajo sobre la Relación de las propiedades adquiridas por Simon de Empuries y sus sucesores por donación real en las partidas de Sant Joan, Beniali, Cotella, Llopera Maymona, Alfadramí y Alicante (A.M.A. legajo- 19- 8 9/0) de 1487, nos tropezamos con una leyenda que hablaba de la “… alquería o la torra de Beniali” Efectivamente, la palabra “torra”, podemos transcribirla por “torre”, con lo cual, tendremos que aquella torre que se inscribía ya como una torre de defensa de mediados del siglo XVI y que se insertaba dentro del libro “Las torres de defensa de la Huerta de Alicante” del que escribe estas líneas, deberemos retrotraerla unos cuantos años antes. Al menos, hasta el dato post quem de 1487. No obstante, hemos de decir, que si bien la marina musulmana arrasaba en el s. VII, cuando se produce su expansión por todo el Mediterráneo, la propia idiosincrasia de los estados musulmanes, hará que desde los comienzos del s. XIII se vaya produciendo un cambio de 180 grados en lo que concierne a la piratería mediterránea, y sean los estados cristianos los que provoquen las incursiones en Berbería de continuo, y no será hasta mediados del s. XIV cuando algunas ciudades costeras del norte del Magreb, se constituyan en bases para piratas, que serán al fin y al cabo, las que provocaran el auténtico hostigamiento en nuestras tierras, hasta bien entrado el s. XVII. Por todo esto, podemos deducir fácilmente, que tenemos un segmento temporal de aproximadamente un centenar de años entre los que con toda probabilidad, se podría haber construido dicha torre. Es decir, que probablemente se construiría a lo largo del s. XV, aunque otra probabilidad es la que teniendo en cuenta el nombre de la alquería (Beniali), hay quienes piensan que podría haber estado ahí desde los tiempos de dominación musulmana en nuestras tierra, claro, que esto nos llevaría a pensar en una torre como elemento, más que probable, de prestigio, ya que no eran muy comunes por nuestras tierras las incursiones del bando cristiano, tal vez, con la excepción de Alfonso el Batallador, que realizó una incursión relámpago allá por 1119, pero esto, sería otra historia.

Por otro lado, y enlazando con lo que decíamos al principio, pensábamos que podíamos tener catalogadas todas las torres que existieron entre Alicante y El Campello, merced al libro antes mentado, pero los calores del estío, iban a depararnos más sorpresas y así, pudimos adquirir via Internet, un documento o protocolo notarial, referente a nuestra villa y una de sus fincas y que se halla también en el Archivo Histórico Provincial. En ella, se celebra una venta Real que dice así “… venta Real absoluta a favor del compareciente de una Heredad, situada en el término de la Universidad de San Juan, partida llamada de la Moleta de dentro y Junquera, con el nombre d la Torreta, con su casa, torre y cisterna que se compone de veinte tahullas…” Esta finca, continua existiendo en el mismo lugar con los mismos caminos y sistemas de riego que nombra el documento en cuestión. Y si me apuran, podemos decir, que la actual casa, aunque no disponga de ninguna torre, a excepción de un pequeño añadido sobre el tejado de la casa de mediados del s. XX, conserva un escudo heráldico, lo cual, no deja de llamar la atención en lo que puede parecer desde fuera, como una casa contemporánea. ¿Existió allí alguna vez una torre? Entendemos que estamos en disposición de afirmarlo. Puede quedar algún resto? Quizá confundido con el resto de la casa, como le ocurre al escudo, pero poco más. De cualquier forma, este documento, aunque no tenga ninguna constatación arqueológica, creemos que es suficiente para elevar el número de nuestras torres de defensa, haciendo que cada vez sea más curioso el ver como un pueblo del tamaño de nuestra villa, podía tener tal cantidad de torres de defensa e incluso casas señoriales, algunas de las cuales, todavía pueden verse junto a las torres que todavía se resisten a perderse entre la vorágine urbanística.

FRANCISCO JOSÉ RAMÓN MARTÍNEZ
ALFREDO CAMPELLO QUEREDA

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113. EL CUENTO DE ISIDRO: "LA HERENCIA"

Don José de las Eras y Valls, era un señor que habitaba en una hacienda de la partida de La Verónica, allá por los años de 1873. Era ya algo entrado en edad y se decía de él que aunque hacia vida de simple labrador, se le consideraba poseedor de una inmensa fortuna.

Era el tal Don José un hombre, si no desconfiado, si al menos algo precavido y a todos cuanto trabajaban en su hacienda, tarde o temprano les comprobaba su fidelidad. Y tan goloso es el dinero y el oro, que todos habían caído en la tentación. Todos excepto uno.

Se decía que su esposa había muerto siendo él muy joven y que desde entonces no había existido otra mujer en su vida. Y siendo Don José un hombre amable y comunicativo, jamás había hablado a nadie de su pasado. Se contaban muchas historias de su vida más o menos infundadas, siendo la que más había llegado a prosperar la de que en su juventud, hubiese emigrado a la isla de Cuba y allí conocido a la rica heredera con la que contrajo matrimonio, y que muerta ella había vendido sus propiedades y regresado a España, comprando aquí la hacienda de La Verónica.

Tenía en su finca el señor de las Eras cuatro empleados: el labrador, el pastor, una mujer cincuentona que gobernaba la casa y un muchacho joven al que no había podido coger nunca en falta alguna.

Era este muchacho, huérfano de padre y madre, que siendo muy niño, lo había acogido Don José, aunque manteniendo siempre la distancia de protector y protegido.

Tenía este señor dos sobrinos que vivían en la ciudad los cuales se consideraban sus herederos directos y por tanto visitaban con asiduidad a su tío quien veía con toda claridad que el único interés de sus parientes era sus cuantiosos bienes, y a dichos parientes les corroía la idea de cual sería la parte que destinaría su tío para aquel niño que había a cogido tan humanitariamente, con la duda, si en su día habría tenido algo que ver con la madre, de la que tenían noticia de haber sido una mujer muy hermosa.

Pasaron los años y llegó el día en que el muchacho tuvo que cumplir su servicio militar, correspondiéndole destino en las posesiones españolas de África, coyuntura que con la distancia y la recaída de Don José con casi noventa años, aprovecharon sus sobrinos para hacerle firmar un testamento en que les declaraba sus herederos universales, y por el cariño que le profesaba a su protegido, le dejaba en herencia, los muebles, libros y demás objetos de la casa de campo. En realidad muy poca cosa, que nada en absoluto interesaba a los sobrinos.

Cuando el joven regresó de Africa licenciado del servicio militar y supo lo sucedido, tuvo palabras duras con los dos hermanos y estos le dieron un plazo de veinticuatro horas ara sacar de la casa lo que le correspondía según el testamento.

José, que este era el nombre de nuestro amigo, llevó los muebles, libros y enseres y todo cuanto constaba en el testamento, a una pequeña casa del pueblo que le prestó un amigo, y fue a consultar un entendido, el cual le pidió pruebas de lo que le contaba y siendo que sólo poseía una carta de Don José, fechada anteriormente al testamento en que constaba que era heredero de la hacienda de la Verónica, le aconsejó que no gastara un céntimo en pleitos, porque el segundo testamente otorgado a los sobrinos, era el que tenía validez, pues aunque sabía positivamente que se habían aprovechado de su ausencia y más, de las deficientes condiciones mentales de su tío en los últimos días, no lo podía demostrar.

Con todo lo recibido de la herencia, organizo la casa y montó la biblioteca, pues los libros eran su pasión de toda la vida, y aún le sobraron algunos elementos que guardó en el porche. Todos los muebles le cuadraron bien excepto que al montar la cama vio que, como la mayoría de camas antiguas, era demasiado alta. Pensó que podría serrarle unos centímetros, dudando unos instantes por el respeto que le tenía a todos aquellos recuerdos de su protector, pero luego recordó haberle oído en algunas ocasiones criticar a los antiguos porque construían aquellas camas tan altas, asegurando que su abuela tenía que poner una escalerilla para poder acostarse. Así pues, decidió rebajarle veinticinco centímetros, y cuando aserró la primera pata, y retiró la parte aserrada, vio con sorpresa que toda ella de arriba abajo, estaba hueca, y que cayeron al suelo un chorro de monedas de oro.

Una fortuna había salido de la pata de la cama, y reía y lloraba José de alegría, comprobando cómo había burlado Don José a sus avarientos sobrinos. Luego, cuando se serenó, fue a cortar la otra pata, pues tenía que hacerlo con las cuatro, para que la cama quedara nivelada, resultando con gran sorpresa, que también contenían doblones de oro en una totalidad de mil doscientas que eran una inmensa fortuna.

Los sobrinos herederos de la finca La Verónica, no tenían amor a la tierra y la pusieron en venta en cuanto estuvo registrada a su nombre, y sabedor José que lo harían de esta manera, encargó de inmediato a su amigo que la comprara para él, y cuando ya estuvo preparada la escritura y se presentaron en la notaría los dos hermanos para firmar y cobrar, tuvieron la mayor sorpresa de su vida cuando apareció José portando una gran cartera y pagando en efectivo el precio acordado.

Ustedes sabían que su tío deseaba que la finca fuera para mí y han intentado lo contrario con malas mañas: les dijo José con gran seriedad, pero sin levantar la voz. Y añadió: Ya ven, que finalmente no han logrado su propósito; y ahora tengan en cuenta lo siguiente, que el dinero bien conseguido, a veces se pierde. ¿Qué ocurrirá con el que se consigue de mala manera? Y abonando los honorarios cuya minuta le presentaba el notario, recogió la escritura y abandonó el despacho y se marchó dejando a los dos hermanos pálidos de ira e incapaces de responder una palabra.

ISIDRO BUADES RIPOLL
Cronista de la Villa de Sant Joan d'Alacant

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113. ESTAMPES MINAGRELLERES: "LA FILLA DE LA GOLONDRINA"

Me llama la atención, en los tiempos que vivimos, la necesidad de algunas personas de acoger en su casa a una “mascota”, algún animal en quien volcar todo el caudal de cariño que, por múltiples circunstancias, o por carencias familiares, no se puede ejercer con el marido, la mujer, los hijos o los nietos.

Estas “mascotas”, hasta hace pocos años, eran perros, gatos o pájaros, animales de compañía por antonomasia. En la actualidad, esos animales pueden ser mucho más exóticos: peces tropicales, monos, iguanas, camaleones e incluso serpientes, cuya compañía me hace sentir un enorme repelús, ya que –en mi caso-, yo nunca podría dormir bajo el mismo techo que un bicho de estas características.

En mi niñez minagrellera, lo de “mascota” hubiese llamado la atención por lo inusual y desconocido. La relación con los animales era lo más natural del mundo, ya que estaban absolutamente presentes en el entorno doméstico: perros para guardar la casa o como compañeros de caza, gatos para acabar con los ratones, conejos para engordar y ser comidos en las celebraciones familiares, gallinas ponedoras, lluecas criadoras, y cabras para proveernos todos los días de la leche necesaria para los habitantes de la casa.

Aunque en Benimagrell siempre estuvo la vaquería de Pepe “El farol”, y muy posteriormente se puso otra en el Llogaret, frente a l´éscola del tío Paco el Mestre (frente al de Miñana), el consumo de leche de vaca nunca pudo igualarse al de cabra, porque todas las familias teníamos nuestros propios animales, que salían a pasturar en el Ramat (o “ganao”, como decíamos entonces), de Paco el de les Cabres o de Modesto. El consumo de esta leche era tan masivo e indiscriminado que hasta muy avanzada la segunda mitad del siglo pasado eran frecuentes los casos de fiebres maltesas en el pueblo, efecto del consumo de esta leche sin hervir.
En casa teníamos tres cabras muy lecheras: La Rosita, (cabra muy mayor, la más antigua del corral), la Golondrina (muy paridora, hija de la anterior) y “La filla de la Golondrina, que era nieta de la primera, hija de la segunda y la más joven de las tres.

Resultaba curioso que cada cabra tuviese su propio nombre, excepto la más pequeña, aunque diese ya tanta leche como su madre. Y la explicación forma parte de todo el entramado filosófico y cultural de la vida rural de aquel entonces. Se “bautizaban” únicamente los animales de compañía “de plantilla”, aquellos que iban a compartir –de por vida- su existencia con nosotros, e iban a formar parte de nuestro entorno domestico casero.

Pero aquellos animales que se destinaban al sacrificio para el consumo humano, no debían ser “bautizados”, porque al poco tiempo había que matarlos, y no es lo mismo matar a un animal sin nombre, que ha sido criado y engordado para ello, que a un ser que ya tiene el don propio de acudir a tu llamada, alguien que te mira y te acompaña, alguien con quien compartes juegos y (si la madre no te mira), incluso parte de tu merienda vespertina.

Y este es el caso de aquella cabrita. Siendo yo muy pequeño, allá por el año 1950, nació esta chota, y –como ya teníamos dos cabras-, fue destinada al puchero de las siguientes navidades, y, según lo antedicho, no se le puso nombre alguno: era “la hija de La Golondrina”, cuando necesitábamos referirnos a ella.

Pero resultó que poco antes de la Navidad, falleció una hermana de mi abuela (Asunción “la Caligua”, la de la tenda), y se canceló la celebración, debido al luto rigurosísimo que se establecía entonces.

Para la Pascua siguiente, murió otro familiar que hizo suspender asimismo esa celebración, y cuando se paso del “medio luto” a la ropa “de alivio” (cuando las mujeres se quitaban el velo definitivamente y se permitían vestir ya con colores poco llamativos), la chota lucía ya colgando unas hermosas “mamelles” que la hacían inviable para la cazuela, que era el fin para el que fue destinada desde su nacimiento. Y tampoco era ya un animal pequeñito y recién nacido al que fuese normal bautizar, por lo que le quedó un nombre muy largo, fruto de la costumbre: La-filla-de-la-Golondrina, forma en que le habíamos llamado desde su nacimiento.

Algunos años más tarde, el director de cine Manolo Summers hizo una película (La niña de luto), basada en un esquema similar: la nefasta influencia del luto (el “dol”) en las costumbres familiares, que impedían cualquier celebración de ningún tipo; en el caso de la película, una boda que se alarga indefinidamente por la muerte de familiares más o menos próximos.

En la versión minagrellera del evento, las consecuencias se tradujeron en alargar la vida de una cabrita, que debió su vida (y un nombre exageradamente largo), a dos fallecimientos casi seguidos, que impidieron que su cuello fuese rebanado en su primera fase de existencia. Cosas de la suerte, vamos.

FRANCISCO JAVIER LLORENS SELLERS

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113. HISTORIAS DEL CALLEJERO: LAS CALLES DE LA FONT (1)

Anem a parlar aquest mes dels carrers de la Urbanització La Font de Sant Joan. Són uns carrers que van rebre el seu nom majoritàriament al plé de l’Ajuntament del 28 de gener de 1971 a petició del promotor D. Francisco Alberola López. Son 23 carrers que porten els noms de manantials de província d’Alacant, 16 dels quals van ser batejats al 1971 (sorprenentment en valencià) i la resta el 13 d’agost de 1990.

Hem decidit realitzar aquest article per tal de rectificar els noms dels carrers de la urbanització que estan mal escrits en la seua immensa majoria. Comencem per ordre alfabètic:

* CARRER DE LA FONT

Carrer amb el nom genèric de la urbanització. Va rebre el nom al 1990. No quedaven fonts a Alacant?

* CARRER DE LA FONT DE L’ALGAR

Conegudíssimes fonts situades a Callosa d’en Sarrià, a la comarca de la Marina Baixa. El seu nom prové de l’àrab “cova”. El carrer fou batejat al 1990.

* CARRER DE LA FONT DE L’ALHAMBRA

Curiosament aquest és un dels dos carrers que porta el nom de una “font” que no es troba a Alacant. El carrer també va rebre el nom al 1990.

* CARRER DE LA FONT DE L’ARC

Trobem aquesta font al municipi de Sella, als peus d’Aitana. El seu nom original “Alarc” apareix ja a la Crònica de Jaume I.

* CARRER DE LA FONT DEL BANY

Aquest manantial es troba al municipi d’Aigües. Era un dels manantials junt al de Sant Ignasi i el de la Cogolla que abastia l’antic balneari.

* CARRER DE LA FONT DE BUGAIA

Trobem aquesta font a la partida homònima del poble de Xixona. Les aigües del manantial s’arrepleguen a una bassa.

* CARRER DE LA FONT DEL CANTAL

També coneguda com la Font del Cantal del Paller. Es troba al municipi d’Aigües. La sobreexplotació dels aqüífers van assecar aquest brollador.

* CARRER DE LA FONT DE LA CAVA

Aquesta és una altra font del municipi d’Aigües. Es troba molt a prop de la finca la Torreta. Hui està sec degut a la sobreexplotació.

* CARRER DE LA FONT DE LA CÍBELE

Aquesta és l’altra font que no es troba a Alacant. Està com tots sabem a Madrid. És batejat al 1990.

* CARRER DE LA FONT DEL CORBÓ

Situada a Alcoi, però molt a prop dels termes de Xixona i Ibi i del Parc del Carrascar de la Font Roja.

* CARRER DE LA FONT DE L’ESPINAL

La trobem a la rodalia de Confrides. És coneguda també com la Font dels Frares per trobarse molt a prop dels “frares” o les “Agulles de la Serrella”.

* CARRER DE LA FONT DE LA FAVARA

Aquesta font es troba a l’interior del poble de La Nucia, a la comarca de la Marina Baixa. Està envoltada per un xicotet parc amb plantes del clima mediterrani.

CONTINUARÀ

ALFREDO CAMPELLO QUEREDA

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113. CARTAS DE LOS LECTORES

Con algo de retraso publicamos esta carta enviada por RAFAEL SALA CORBÍ. Lamentamos la tardanza en su publicación.-

Las circunstancias han hecho que los cuatro primeros números del felizmente reactivado Boletín Lloixa, los haya leído de un tirón y, obligado es decirlo, enganchado por la variedad e interés de los aspectos culturales sanjuaneros sobre los que pone el enfoque.

Su lectura me ha sugerido algunas reflexiones que, con permiso del editor, me atrevo a comentar en voz alta. Para algo anima generosamente a que no nos “cortemos” en nuestros impulsos literarios. Empiezo por los artículos de Manolo Ivorra Marín sobre los apellidos. Para quienes nos apasiona este asunto, estos escritos, resultan altamente instructivos. Sin embargo, los curiosos lectores pueden ampliar conocimientos en el “Diccionario de Apellidos Españoles” de Faure, Ribes y García, que trae el origen de 8000 de ellos. Por otro lado, como nos dice Ivorra, fue en la E. M. Donde se vio la extensión del apellidamiento. La necesidad de identificar a los individuos a la hora de los repartos del patrimonio familiar o de distinguir el solar de los linajes, recuperó una costumbre ya usada por el patriciado romano, de utilizar junto al nombre de bautismo, un apellido o nombre de familia, que podrá ser “sobrenombre” patronímico y/o renombre de linaje o solar. Este proceso se puede seguir en el librito “La nobleza española en la Edad Media” de M. C. Gerbet, de la misma forma que quienes hayan encontrado interés en la vertiente heráldica (boletín 103) disfrutarán con las peculiares explicaciones de Onofre Esquerdo en su clásico “Nobiliario Valenciano”.

Particularmente, en este tema de los apellidos, me atrae una consecuencia de la repoblación castellano/aragonesa y es el hecho de que pueda decirse que cada pueblo alicantino posea un puñado de apellidos como propios y característicamente instintivos. Por eso, espero impaciente la continuación sanjuanera del trabajo comentado.

Otro recuento que llevo, es el de los apellidos extranjeros en Alicante. Unos vinieron con el negocio del fino (franceses); otros con las máquinas (ingleses); o con el negocio de la almendra (Prytz),....

Los dos artículos sobre el nacimiento de nuestro pueblo que desarrolla con su rigor Fco. J. Ramón Martínez (boletines 101 y 102) son, naturalmente, un top de interés, pro lo que creo que deben ser puerta abierta a nuevas incursiones. Campo hay de sobra. Desde descartar, o no la cuna romana por posible pero improbable –el municipio de Lucentum, según el trabajo de Olcina Doménech y Pérez Jiménez publicado en 2001, tenía un territorio peri urbano muy cercano –hasta aceptar, o no, el modelo que apunta el propio articulista de la fusión de cuatro alquerías musulmanas, pasando por la tesis del origen netamente árabe de Isidro Buades opuesta a la cristiana de Sala Ivorra y Pérez Aracil (control de las acequias Major y Gualeró, aguas abajo).

Esta última propuesta me seduce bastante. En efecto, puedo existir un enclave cristiano en Lloixa, bien situado defensivamente en una altura dominante sobre cualquier alquería musulmana del entorno, entre los promontorios que luego albergarían las fincas Sanxo y Bonanza, en una de las cuales, puede incluso esconderse el cementerio del pequeño poblado. Más tarde, sus habitantes habría podido ser trasladados al llano, entre Mutxamel y Benimagrell, en un punto desde el que se controlara el riego hacia l’horta de Baix. Nace así un Sant Joan cristiano que acabaría prevaleciendo sobre los poblados musulmanes competidores. Quizá, de este posible itinerario en el tiempo, entre uno y otro lugar, haya quedado para la posteridad el recuerdo físico del camí Sant Joan-Lloixa-Alacant

Bien, pero ¿Quiénes serían los de Lloixa? ¿Desde cuándo estaban ahí? ¿Eran cristianos que aguantaron la oleada islamizadora del 711, o quizá una de las aldeas que cita el fuero castellano de Alicante de 1252? ¿Siguieron siendo libres o fueron víctimas del repartimiento a favor de la nobleza conquistadora, primero castellana y luego aragonesa? Preguntas y más preguntas. Un surtidor de ellas, cuyas respuestas sólo pueden encontrarse en la perseverante tarea de excavar en los archivos y en el terreno. Justamente lo que ya en 1978 apuntaba el bueno de D. Federico Sala.

Y como final, “Morote”. También es F. J. Ramón, quien nos hace una glosa sobre esta heroica resistente, la Casa del de Morote. No puedo por menos que adherirme a la idea de hacer Museos de la Huerta vivientes, aunque en este caso, lo de “museos” suene contradictorio y prefiera “casas huertanas”. Y no una – El de Morote en esta glosa- sino todas las que podamos rescatar. Dicen que en la casa “La Premsa” hay también una almazara. Pues si unimos todas ellas en una red gestionada institucionalmente como “Herencia Sanjuanera”, serían un indudable atractivo cultural y turístico. Bien está que proclamemos la conservación de nuestra secular Huerta, y la de sus caminos, pero como un todo: - Huerta – caminos – Casas. Este fue el tejido sobre el que vivieron nuestros antepasados y la herencia que nos toca preservar.

Ahora, permítanme una coda a los anteriores comentarios: quizá no muy correcta políticamente pero, les aseguro, bienintencionada. El nuevo boletín viene con artículos en valenciano, lo cual es comprensible en un pueblo valenciano. Ahora bien, ocurre que en Sant Joan, hay un aluvión de nuevos habitantes castellano-parlantes a quienes les gustaría participar del contenido completo de cada Boletín mediante la oportuna traducción. Gracias.

RAFAEL SALA CORBÍ.

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113. LIBRO DEL MES: VISITAS PASTORALES A LA PARROQUIA DE SJd'A

El libro que les ofrecemos este mes, como recomendación para su lectura y disfrute, es además una gran fuente de datos que nos aporta a los investigadores. Estamos hablando del libro de Visitas Pastorales a la Parroquia de Sant Joan d’Alacant de Magdalena Martínez Almira, Jorge Payá Sellés y Noelia Marcos Fuster. Este libro, es un magnífico estudio del volumen del s. XVII que todavía se conserva en la parroquia.

Está formado por ocho partes perfectamente ensambladas, que contribuyen a hacerlo un perfecto libro de consulta, esto es: una primera parte, donde además de hacer un poco de historia, fundamenta los porqués de este tipo de libros; en la segunda parte, nos hace el estudio del soporte físico del volumen, para pasar a la siguiente parte en que estudia los diferentes sellos que son usados en la época, para seguir con los regestos, las normas de la trascripción y la edición. Después de esto, viene la parte que más datos nos aporta, y al mismo tiempo, puede ser la más, digamos, amena que es la trascripción de las visitas. Los autores, finalizan con un apartado de esquemas y otro de bibliografía.

Este libro, se halla dentro de los que el Ayuntamiento ha tenido a bien, desde hace ya años, publicar el 9 de octubre, por lo que si por alguna casualidad usted no lo tiene, lo puede consultar en la Biblioteca Municipal de Sant Joan d’Alacant

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