110. LES COSES DE BATISTE
viernes, 18 de julio de 2008
- EL AMIGO SEÑORITO -
Batiste, sin ser miembro de una familia acomodada, tenía y aún conserva, un amigo señorito; y esto por razones de vecindad. Batiste se ha criado en el campo, muy cerca de la casa señorial. Al señorito le encantaba Batiste por lo servicial y limpio de corazón que era.
Se hicieron amigos desde muy niños y siempre estaban correteando por la Huerta, especialmente en época de vacaciones, vacaciones para el señorito, que para Batiste no lo eran tanto ya que tenía que realizar los pequeños trabajos inherentes a los niños campesinos. Cazaban pájaros con trampas que hábilmente construían y aprendió el señorito de su amigo a conocer las hierbas medicinales, a buscar los sabrosísimos hongos de los añosos algarrobos y a pescar pulpos del cercano mar. Y lo más importante para el señorito era que Batiste se lo daba todo hecho. Él ponía las trampas, él buscaba el cebo, el construía el gancho pulpero, así como se encargaba de enrollarle un papelito en una ramita de cada planta que recolectaban con su nombre y para lo que las usaba su madre. el señorito era un mero espectador y luego comentaba a los suyos eso de hemos cogido tantos pulpos, un “bolet” que pesaba casi dos quilos, hemos recolectado tal hierba... El caso fue que llegó a profesarle gran estima a Batiste, pero eso sí, guardando las distancias, pues aunque el señorito sólo tenía tres años más que Batiste, usted esto, usted lo otro, y por favor acérqueme el gancho, o córteme esa hierba... Todo con mucha cortesía y riqueza de palabras amables que, según comenta hoy Batiste, te decía fill de p*** y te daban ganas de darle las gracias.
Tenía dinero la familia del señorito, y todos sus miembros eran de esos que sin decir la palabra “tengo”, demostraban sobradamenteque tenían. Y en muchos detalles, cada dos por tres, el buen amigo se marcaba que era un “señoritingo”.
Qué lástima - comentaba Batiste a los suyos - que sea un señorito de m***, porque es buena persona
Pero hete aquí que el Ilustrísimo Don Fulano que era su señor padre falleció, y el amigo, el señorito que no sabía hacer otra cosa que ejercer de tal, pues al poco el banco le negó el abono de un talón porque los números de su respetable cuenta estaban más rojos que un pimiento morrón.
¿Y qué pasó entonces? Pues que el señorito bien tuvo que buscarse un empleo gracias a unas amistades y así aprender lo que vale un peine.
Han pasado algunos años y Batiste, que estaba al tanto de la quiebra, procuraba no encontrarse con él porque le daba corte. Pero hace unos días se lo tropezó de narices, y en vez de llevarse el disgusto de verle, como suponía, pálido y alicaído, tuvo la alegría de hallarlo discretamente alegre aunque conservando la gravedad y mesura de antaño y con dominio absoluto en cada situación. Y eso sí, exento de su antigua preponderancia, se había desposeído con la pobreza, de su antiguo señoritismo conservando todo el señorío que de casta le viene al chico.
ISIDRO BUADES RIPOLL
Se hicieron amigos desde muy niños y siempre estaban correteando por la Huerta, especialmente en época de vacaciones, vacaciones para el señorito, que para Batiste no lo eran tanto ya que tenía que realizar los pequeños trabajos inherentes a los niños campesinos. Cazaban pájaros con trampas que hábilmente construían y aprendió el señorito de su amigo a conocer las hierbas medicinales, a buscar los sabrosísimos hongos de los añosos algarrobos y a pescar pulpos del cercano mar. Y lo más importante para el señorito era que Batiste se lo daba todo hecho. Él ponía las trampas, él buscaba el cebo, el construía el gancho pulpero, así como se encargaba de enrollarle un papelito en una ramita de cada planta que recolectaban con su nombre y para lo que las usaba su madre. el señorito era un mero espectador y luego comentaba a los suyos eso de hemos cogido tantos pulpos, un “bolet” que pesaba casi dos quilos, hemos recolectado tal hierba... El caso fue que llegó a profesarle gran estima a Batiste, pero eso sí, guardando las distancias, pues aunque el señorito sólo tenía tres años más que Batiste, usted esto, usted lo otro, y por favor acérqueme el gancho, o córteme esa hierba... Todo con mucha cortesía y riqueza de palabras amables que, según comenta hoy Batiste, te decía fill de p*** y te daban ganas de darle las gracias.
Tenía dinero la familia del señorito, y todos sus miembros eran de esos que sin decir la palabra “tengo”, demostraban sobradamenteque tenían. Y en muchos detalles, cada dos por tres, el buen amigo se marcaba que era un “señoritingo”.
Qué lástima - comentaba Batiste a los suyos - que sea un señorito de m***, porque es buena persona
Pero hete aquí que el Ilustrísimo Don Fulano que era su señor padre falleció, y el amigo, el señorito que no sabía hacer otra cosa que ejercer de tal, pues al poco el banco le negó el abono de un talón porque los números de su respetable cuenta estaban más rojos que un pimiento morrón.
¿Y qué pasó entonces? Pues que el señorito bien tuvo que buscarse un empleo gracias a unas amistades y así aprender lo que vale un peine.
Han pasado algunos años y Batiste, que estaba al tanto de la quiebra, procuraba no encontrarse con él porque le daba corte. Pero hace unos días se lo tropezó de narices, y en vez de llevarse el disgusto de verle, como suponía, pálido y alicaído, tuvo la alegría de hallarlo discretamente alegre aunque conservando la gravedad y mesura de antaño y con dominio absoluto en cada situación. Y eso sí, exento de su antigua preponderancia, se había desposeído con la pobreza, de su antiguo señoritismo conservando todo el señorío que de casta le viene al chico.
ISIDRO BUADES RIPOLL
Publicado porAlfredo en 17:15
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